Cuando la mejor aula es la experiencia

PROYECTO INTERGENERACIONAL EN EL COLEGIO JESUITAS .   LOBO ALTUNA.  DONOSTI  13.2.2017
PROYECTO INTERGENERACIONAL EN EL COLEGIO JESUITAS . LOBO ALTUNA. DONOSTI 13.2.2017

Jóvenes de un colegio de Donostia comparten con alumnos ‘veteranos’ un proyecto educativo
El centro Jesuitak participa en una iniciativa para transformar la forma de aprender y «convertir la escuela del siglo XX en la del siglo XXI»

La directora de Jesuitak Donostia, Amaia Arzamendi, quiere enseñar a leer a sus alumnos. Primero las letras, después las palabras, luego los textos, y finalmente, las realidades. «Lo más importante es enseñar a comprender la realidad, para incidir sobre ella desde el compromiso, con compasión, y sabiendo ponerse en el lugar del otro». Arzamendi dirige a sus alumnos en un proyecto educativo que busca cambiar la forma de enseñar y de aprender, y hacerlo sirviéndose de la experiencia que, en este caso, ofrecen los ‘alumnos veteranos’ que viven en la residencia de contigua al colegio.

«Actualmente la mayoría de nuestros alumnos son personas nacidas en el siglo XXI. Tienen entre dos y 18 años. Muchos serán estudiantes hasta 2033. Y por tanto, estamos educando a los alumnos para un futuro que desconocemos cómo va a ser. Nuestro gran reto es convertir la escuela del siglo XX, donde todo gira en torno al profesor, por un centro de aprendizaje del siglo XXI, donde el foco esté sobre los alumnos», explica Arzamendi como objetivo central de esta iniciativa.

Fundación Telefónica ha seleccionado a Jesuitak para el proyecto de ‘Escuelas Creativas’ en el que participan 19 centros de todo el Estado. Y lo ha hecho, de entre 313 colegios interesados, por su propuesta de colaboración intergeneracional, a través de la cuál favorecen el intercambio de la experiencia de los mayores con la creatividad e innovación que proporcionan los jóvenes. «Hoy en día es común que vivan en la misma casa tres o cuatro generaciones», constata la directora del centro. Los jóvenes conviven con enfermedades neurodegenerativas difíciles de comprender. Y por eso, continúa, «debemos enseñar a nuestros alumnos a ayudar a esa tercera o cuarta edad». Para ello, Jesuitak tiene en marcha un programa de voluntariado para los alumnos de bachiller, en el que participan el 80% de los estudiantes. «Pasan una tarde por semana con usuarios de la Residencia San José de la Montaña, y así adquieren un compromiso social que luego repercute en el ámbito académico».


 

«Lo más importante es enseñar a comprender la realidad, y así saber incidir sobre ella»


 

La referencia es la metodología que introdujo el cocinero Ferrán Adriá en su restaurante Bulli al ámbito educativo, para así transformar la forma de enseñar y de aprender. Y a pesar de la colaboración durará un año, en Jesuitak esperan lograr «un proyecto innovador, es decir, que dé respuestas creativas a una sociedad con nuevas necesidades, y que éstas sean sostenibles en el tiempo».

Arzamendi cree que el éxito de la propuesta de su centro reside en su interdisciplinariedad. Los estudiantes más jóvenes participarán con ellos mediante talleres de dibujo, música y escritura. «Dibujarán juntos, compondrán canciones en grupo y cuando nuestros alumnos aprendan a escribir biografías, redactarán las de sus compañeros de San José de la Montaña en vez de las de sus familiares», explica.

Hasta ahora, la colaboración intergeneracional se hacía de otra forma. Los alumnos de Jesuitak recogían a sus ‘nuevos compañeros’ en la residencia y los llevaban a su ‘terreno’, al colegio que está puerta con puerta. Allí, los mayores contaban las historias de sus pueblos de origen y los jóvenes les enseñaban a usar instrumentos tecnológicos, como las pizarras electrónicas. El voluntariado se hacía de forma más puntual, en celebraciones y fiestas. Pero esa interrelación se ha convertido en sistemática. «Es una forma de trabajar la empatía, el compromiso y el cuidado», enfatiza la directora. Participar en las ‘Escuelas Creativas’ es un nuevo paso en la evolución que iniciaron y desarrollan desde hace siete años.

Ese cambio en el modelo pedagógico que están implementando en Jesuitak desde 2010 se ha dibujado en cuatro líneas. La primera, la de la reeducación de los docentes para adaptar un conocimiento adquirido en el siglo XX a la enseñanza para el siglo XXI. La segunda, va dirigida a dar un mayor protagonismo a los estudiantes para que aprendan con la práctica. La tercera, busca abrir las aulas a proyectos y a profesionales de otros ámbitos en el proceso de aprendizaje. Y la cuarta, es la ilusión. «La ilusión que trabajamos, por ejemplo, con los mayores de San José de la Montaña. Porque esta iniciativa favorece en los mayores la autoestima, les ayuda a mantenerse despiertos y les da la oportunidad de compartir lo que conocen, mientras que a los jóvenes les enseña a entender enfermedades con las que es complicado convivir. La ilusión llega a ambos lados, a quien da y a quien recibe».

En secundaria

Los estudiantes de secundaria, en cambio, trabajan un campo diferente. Realizan un trabajo de investigación relacionado con las enfermedades neurodegenerativas, que luego comparten con especialistas del instituto de investigación sanitaria Biodonostia. «Aprenden, por ejemplo, sobre el rumbo de las investigaciones científicas que estudian este tipo de enfermedades, a la vez que reflexionan sobre su orientación profesional». La intención es, a través también de las ‘Escuelas Creativas’, introducir innovación y diálogo para reformular la funcionalidad de asignaturas como Filosofía, Biología, Ética y Ciencias del Mundo Contemporáneo, las que todos los alumnos tienen que cursar. «Esta experiencia es una forma de trabajar la conciencia de cada uno, para sí mismos y hacia el resto», añade Arzamendi.

Además de pedagógica, las aulas han vivido un cambio en las herramientas educativas. La tecnología cada vez está más presente en los procesos educativos. «Sin encarecer el coste de los libros, hemos introducido los dispositivos Chromebook -una suerte de ordenador- en las aulas. Así, los alumnos cuentan con dispositivos digitales desde tercero de primaria hasta segundo de bachiller», que en este caso les permiten trabajar con documentos y aplicaciones ‘colgados’ en la nube digital.

«Introducir la tecnología en las aulas no tiene por qué significar cambio, pero mejora la competencia digital y enriquece las fuentes de información. En un mundo tan cambiante, los libros de texto caducan rápido». Y Arzamendi asegura que «los alumnos se adaptan rápidamente a aprender de forma más activa y atractiva». La directora de Jesuitak explica que el alumno quiere aprender y que lo peor con lo que puede encontrarse es un profesor que no le enseñe, o le enseñe de una forma inadecuada. «Si te enseñan, aprendes; si te motivan, te enganchas. Todos queremos dar sentido a lo que hacemos. Cuanto más real sea la aproximación, más te comprometes».

(Fuente: EL DIARIO VASCO. 13/2/2017)